Nuestra historia

 

Dicen que las peregrinaciones aclaran el alma y marcan la misión de vida, este es el caso del creador de Vinícola Diez González que, en el 2017 rumbo a Santiago de Compostela, se encontró con un amigo que le prometió enseñarle a hacer vino. Y lo hizo en el 2018.

Comenzamos con unos botes rudimentarios donde ramilletes de Malbec, Shiraz, Cabernet y Merlot comenzaron a hervir con tanta fuerza que parecían estar cociéndose a fuego lento. El proceso era nuevo para nosotros y muy artesanal, estábamos muy lejos de saber que la potencia de un vino la marca la maceración en frío, que sulfitarlo es el proceso químico más delicado porque nos asegura que no se convertirá en vinagre, y que la fuerza del sol de Chihuahua da tanta azúcar a la uva que obtendríamos vinos muy potentes.

Año con año nos hemos refinado, pasamos a los tanques de Acero Inoxidable y como la razón principal era la convivencia en familia con hijos, hermanos, novios, amigos y nietos, instauramos una fiesta para bailar pisando la uva con la que prepararemos el vino rosado, ya que solo se requieren tres horas de contacto entre el jugo y la cascara, llamado maceración.

Videos, lecturas, tupir de preguntas al enólogo que nos asesoraba, la compra de la uva en el desierto de Delicias, instalar un chiller para macerar en frío, ponerle levadura, fermentar remontar, trasvasar, filtrar y envasar se volvieron parte de nuestras platicas familiares, y lo más importante aquí en el Norte, la convivencia al terminar los quehaceres con una carnita asada acompañada con este vino de nuestro usufructo. Hoy y ya somos una Sociedad Anónima, emprendedores que apuestan a aspirar lo mejor de esta tierra asoleada.

La historia comenzó con el primer paso de una larga caminata. De la misma forma comienza nuestra vinícola y cada añada, damos un paso más para vivir más experiencias, como familia, como personas, y ahora, como vinícola.